Eadweard
Muybridge, seudónimo de Edward James Muggeridge, él fue un fotógrafo e investigador
británico. Cambió su nombre cuando emigró a los Estados Unidos en 1851. Sus experimentos
sobre la cronofotografía sirvieron de base para el posterior invento del cinematógrafo.
Eadweard
Muybridge comenzó trabajando en la encuadernación y venta de libros. Más tarde se
interesó en la fotografía y, en una visita a los Estados Unidos en 1860, aprendió
sobre el proceso del colodión húmedo (una especie de barniz que se aplicaba a las
placas sobre el cual se extendía la emulsión química fotosensible). En 1867, con
el cacarcial de Helios, se dio a la tarea de registrar el escenario del lejano oeste
con su habitación oscura móvil, The Flying Studio (El estudio volador). Produjo
notables vistas estereoscópicas y más tarde panoramas, incluyendo series importantes
sobre la ciudad de San Francisco. Luego comenzó a trabajar para el Coast and Geodetic
Survey.
En
1872, una polémica enfrentaba a los aficionados a los caballos de California. Leland
Stanford, ex gobernador del Estado y poderoso presidente de la Central Pacific Railway,
y un grupo de amigos suyos sostenían que había un instante, durante el trote largo
o el galope, en que el caballo no apoyaba ningún casco en el suelo. Otro grupo,
del que formaba parte James Keene, presidente de la Bolsa de Valores de San Francisco,
afirmaba lo contrario.
En
esa época no se conocía una manera de demostrar quién tenía razón, hasta que Leland
Stanford ideó un sencillo experimento: este consistía en un método que fotografiaba
al caballo en las diferentes etapas de su galope y que proporcionaría una vista
completa de todo el trayecto recorrido, para lo cual Stanford encargó a Eadweard
Muybridge que tratara de captar con su cámara el movimiento de su caballo de carreras
Occident. Sin mucha confianza en el resultado, Muybridge se prestó a fotografiar
a Occident trotando a unos 35 kilómetros por hora en el hipódromo de Sacramento.
Pidió a los vecinos de la zona que le prestaran muchas sábanas de color blanco y
las colgó en torno a la pista a manera de fondo, sobre el que destacara la figura
del caballo. En mayo de 1872, Muybridge fotografió al caballo Occident, pero sin
lograr un resultado, porque el proceso del colodión húmedo exigía varios segundos
para obtener un buen resultado.
Muybridge
desistió durante un tiempo de estos experimentos. Más adelante realizó un extenso
viaje por América Central y América del Sur, donde fotografió las construcciones
de las líneas ferroviarias. Al volver, reemprendió su trabajo sobre la fotografía
de acción, y en abril de 1873 logró producir mejores negativos, en los que fue posible
reconocer la silueta de un caballo. Esta serie de fotografías aclaraba el misterio
(le daba la razón a Stanford), pues mostraba las cuatro patas del caballo por encima
del suelo, todas en el mismo instante de tiempo.
No
trató de tomar las fotografías con una exposición correcta, pues sabía que la silueta
era suficiente para poder definir la cuestión. Sus primeros intentos habían fallado
porque el obturador manual era demasiado lento como para lograr un tiempo de exposición
tan breve como precisaba. Así pues, inventó un obturador mecánico, consistente en
dos pares de hojas de madera que se deslizaban verticalmente por las ranuras de
un marco y dejaban al descubierto una abertura de 20 centímetros, por la que pasaba
la luz. Con este sistema se lograba un tiempo de exposición récord de 1/500 de segundo.
Stanford,
impresionado con el resultado del experimento, que se conocería más tarde con el
título “El caballo en movimiento”, encargó la búsqueda de un estudio fotográfico
para poder captar todas las fases sucesivas del movimiento de un caballo. Los experimentos
se reanudaron en el reformado rancho de Stanford durante el verano de 1878. Aunque
con una exposición ligeramente insuficiente (debido a las ya mencionadas dificultades
técnicas de la época), la serie resultante de fotografías mostraba claramente todos
los movimientos de una yegua de carreras de Kentucky llamada Sally Gardner. Muybridge
pintó los negativos para que sólo se viera la silueta de la yegua, cuyas patas adoptaban
posiciones inconcebibles. El resultado fue una secuencia de 12 fotografías que se
realizó aproximadamente en medio segundo.
Gracias
a este experimento, Muybridge ideó una nueva técnica en la que la pista para el
motivo en movimiento tenía una longitud de unos 40 metros. En paralelo a ella había
una batería fija con 24 cámaras fotográficas, y en ambos extremos de la pista, colocadas
en ángulos de 90º y de 60º, había otras dos baterías de cámaras. En cada instante
se disparaban sincrónicamente tres cámaras, una de cada batería. Se impresionaban
placas secas a una velocidad de obturación graduable que podía regularse desde varios
segundos hasta la altísima velocidad de 1/6000 de segundo, según la velocidad del
motivo a fotografiar.
En
las primeras series los obturadores de las cámaras se disparaban por la rotura de
unos hilos atravesados al paso del caballo u otro animal que se rompían al paso
de este, cerrando contactos eléctricos que iban activando cada uno de los obturadores.
Pero después Muybridge inventó un temporizador a base de un tambor rotatorio que
giraba de acuerdo con la velocidad del motivo y que, en los instantes adecuados,
enviaba impulsos eléctricos a las cámaras.
En
octubre de 1878, la revista científica Scientific American publicó seis grabados
hechos sobre negativos ampliados de fotografías de Muybridge, donde se veía a un
caballo moviéndose al paso y al trote. La revista proponía a sus lectores que recortaran
las ilustraciones y las montaran en un zootropo, un cilindro que produce la ilusión
de movimiento cuando gira, si las imágenes se observan a través de una ranura lateral.
El efecto que se consigue se basa en la llamada persistencia retiniana: cuando el
ojo humano percibe una serie de imágenes similares y con cambios continuos que se
suceden con la suficiente velocidad —diez o más imágenes por segundo—, el cerebro
las interpreta como un movimiento real, y se genera la impresión de un movimiento
continuo. Ahora bien, si las imágenes no estuvieran separadas unas de otras, se
verían borrosas. Después de leer este artículo, Muybridge pensó que se podrían mejorar
los resultados proyectando las imágenes sobre una pantalla e inventó un aparato
que utilizaba la luz para proyectar imágenes secuenciales mediante el uso de un
disco de cristal, invento al que bautizó con el nombre de zoopraxiscopio. En el
primer proyector las imágenes se pintaron en el cristal como siluetas. Una segunda
serie de discos, realizados entre 1892 y 1894, usaba dibujos perfilados impresos
en los discos fotográficamente y coloreados a mano. Algunas de las imágenes animadas
eran muy complejas, e incluían múltiples combinaciones de secuencias de movimientos
de animales y humanos.
En
1888 mostró sus fotografías de caballos a Thomas Alva Edison y a William K. L. Dickson,
inventores del fonógrafo, para sugerirles la posibilidad de combinar ambos inventos
para mostrar imágenes sonoras. Aunque la idea nunca se llevó a la práctica, Edison
sí empleó una serie de fotografías de caballos en su quinetoscopio, aparato precursor
del proyector de cine.
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